miércoles, 1 de julio de 2009

MI DECLARACION MAS INCORRECTA



(por la que me condenaré forever and ever ante la ¿opinión?)


Mi idea de crimen contra la Humanidad (la más real, la más honesta, la más falta de retórica, la única que puedo y me da la gana admitir) me lleva siempre a pensar no en Auschwitz, en Karadzic o en el Gulag, sino en los inframundos mediático y publicitario aplicados a la política y al pensamiento.

«Así, de prueba en prueba, la filosofía iba a tener que enfrentarse con rivales cada vez más insolentes, cada vez más desastrosos, que ni el mismo Platón habría podido imaginar en sus momentos de mayor comicidad. Por último se llegó al colmo de la vergüenza cuando la informática, la mercadotecnia, el diseño, la publicidad, todas las disciplinas de la comunicación se apoderaron de la propia palabra concepto y dijeron: ¡es asunto nuestro, somos nosotros los creativos, nosotros somos los conceptores! Somos nosotros los amigos del concepto, lo metemos dentro de nuestros ordenadores. Información y creatividad, concepto y empresa: existe ya una bibliografía abundante... La mercadotecnia ha conservado la idea de una cierta relación entre el concepto y el acontecimiento; pero ahora resulta que el concepto se ha convertido en el conjunto de las presentaciones de un producto (histórico, científico, sexual, pragmático...) y el acontecimiento en la exposición que escenifica las presentaciones diversas y el “intercambio de ideas” a que supuestamente da lugar. Los acontecimientos por sí solos son exposiciones, y los conceptos por sí solos, productos que se pueden vender. El movimiento general que ha sustituido a la Crítica por la promoción comercial no ha dejado de afectar a la filosofía.»
(GILLES DELEUZE, FELIX GUATTARI “¿QUE ES LA FILOSOFIA?” –fragmento de la INTRODUCCION-)

«En política se ha convertido en habitual la ruptura de la continuidad. Apenas si se ha terminado de producir un acontecimiento cuando otro irrumpe en la escena. Un conflicto se superpone a otro, a un escándalo financiero se superpone un atentado terrorista, a éste una guerra, y así continuamente. La persona pierde la noción de la continuidad, en parte por la forma en que los acontecimientos le son presentados, es decir, en la forma en que es informado.
La persona apenas si puede asumir el presente como realidad y por tanto se encuentra incapacitada para reaccionar de forma adecuada. Los acontecimientos políticos, en su sucesión vertiginosa y en la forma grandiosa en la que son presentados se convierten en espectáculos. Vivimos entonces en un espectáculo continuo donde los límites entre la realidad y la ficción desaparecen. El escenario es el mundo entero y los espectadores somos todos. En este gran teatro del mundo lo irreal es percibido como real y ejerce sobre las personas la misma función que el mundo real y a la inversa. La frontera entre lo real y lo irreal desaparece o se convierte en tan imperceptible que la persona la cruza con tanta frecuencia que acaba por no saber en qué lado de la misma se encuentra.
Vivimos en una
sociedad del espectáculo que, con sus tecnologías de manipulación de la conciencia social, destruye en el hombre anomizado, es decir, en el individuo característico de las sociedades occidentales, la capacidad de percepción de la historia y de su propia experiencia histórica. Esta experiencia histórica y este conocimiento histórico son sustituidos por un eterno presente, donde domina lo aparente, es decir, el espectáculo. La historia no tiene sentido. Los acontecimientos pierden su secuencia lógica, no están vinculados entre sí, ni están vinculados con el pasado. La propia vida de la persona se convierte en espectáculo.»
(ANTONIO FERNANDEZ ORTIZ “CHECHENIA VERSUS RUSIA: el caos como tecnologia de la contrarrevolucion” –fragmento del capítulo “LOS MEDIOS DE COMUNICACION Y LA MANIPULACION DE LA INFORMACION. LA TRAGEDIA COMO ESPECTACULO”-)

«Cuando la sociedad que se proclama democrática ha llegado al estadio de lo espectacular integrado, parece que se la acepta en todas partes como realización de una frágil perfección. Así que ya no se la debe atacar porque es frágil; por lo demás, ya no es posible atacarla, porque es tan perfecta como jamás hubo otra. Es una sociedad frágil porque le cuesta dominar su peligrosa expansión tecnológica. Pero es una sociedad perfecta para gobernarla; la prueba es que todos cuantos aspiran a gobernar quieren gobernar precisamente esta sociedad, con los mismos procedimientos, y conservarla casi exactamente tal como está. Por primera vez en la Europa contemporánea, ningún partido ni fragmento de partido intenta ya ni tan siquiera fingir que pretende cambiar algo importante. Nadie puede ya criticar la mercancía: ni en cuanto sistema general, ni tan sólo como baratija determinada que a los jefes de empresa les haya convenido lanzar al mercado en ese momento.
En todas partes donde reina el espectáculo, las únicas fuerzas organizadas son las que quieren el espectáculo. Ninguna de ellas puede ser ya, por tanto, enemiga de lo que existe ni transgredir la
omertà que afecta a todo. Se ha acabado con aquella inquietante concepción, que había prevalecido durante más de doscientos años, según la cual una sociedad podía ser criticable y transformable, reformada o revolucionaria. Y eso no se ha conseguido gracias a la aparición de nuevos argumentos, sino simplemente porque los argumentos se han vuelto inútiles. Por tal resultado se medirá, más que la felicidad general, la fuerza formidable de las redes de la tiranía.»
(GUY DEBORD, “COMENTARIOS SOBRE LA SOCIEDAD DEL ESPECTACULO”)

«La producción ininterrumpida de positividad tiene una consecuencia terrorífica. Si la negatividad engendra la crisis y la crítica, la positividad hiperbólica engendra, a su vez, la catástrofe, por incapacidad de destilar la crisis y la crítica en dosis homeopáticas. Cualquier estructura que acose, que expulse y exorcize sus elementos negativos corre el peligro de una catástrofe por reversión total, de la misma manera que cualquier cuerpo biológico que acose y elimine sus gérmenes, sus bacilos, sus parásitos, sus enemigos biológicos, corre el peligro de la metástasis y el cáncer, es decir, de una positividad devoradora de sus propias células, o el peligro viral de ser devorado por los propios anticuerpos, ahora sin empleo.
Todo lo que expurga su parte maldita firma su propia muerte. Así reza el teorema de la parte maldita.
»
(JEAN BAUDRILLARD, “LA TRANSPARENCIA DEL MAL” –fragmento del capítulo “EL TEOREMA DE LA PARTE MALDITA”-)




LA RULETA MEDIATICA
QUE UN DIA CREA HEROES
Y AL OTRO, GARRAPATAS

(dan pie a esta entrada las campañas de insultos –en buena medida, gemelas desde su simetría antípoda y desde su demagógica carencia de autoridad moral por parte de quienes las han organizado- contra Alfonso Sastre por su artículo y contra Jesús Neira por su intervención en el programa de Fernando Sánchez Dragó –artículo e intervención perfectamente honestos desde la circunstancia y el compromiso respectivos, en contraposición a los motivos turbios y venales, sea mantenimiento de pesebre sea arribismo sediento de poltrona, de quienes han ideado estas campañas, arrastrando y manipulando emociones más que reflexiones tanto de un signo como de otro-)

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