lunes, 20 de septiembre de 2010

PREDICANDO EN EL DESIERTO

(continuación de la serie iniciada en EL PUNTO Z)





«Tenía plena conciencia de las potencias y entidades que formaban un haz dentro de mí, lo que se me escapaba era su naturaleza. Estaba ansioso de ser estimado –deseo tan intenso y nervioso que jamás pude confiarme amistosamente a otra persona-. El terror de fracasar en un esfuerzo tan importante me impedía siquiera intentarlo. Además, era una cuestión de nivel, pues la intimidad parecía vergonzosa a menos que el otro pudiera responder plenamente a ella, con el mismo lenguaje, con el mismo método y las mismas razones.» (LOS SIETE PILARES DE LA SABIDURIA, T.E. Lawrence –fragmento del capítulo CIII, donde mejor se entiende el impacto que Lawrence produjo en Simone Weil-)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

LAS TRIBADAS



Tribu de uno,
oh, sí, qué tribulación:
de un modo instintivo
buscaste las Tríbadas,
abrazo impensable que,
sin embargo, fue
tu constelación.

Todo lo demás
para ti es ficción,
representación
que te obliga a ser,
más que amante, histrión.



Caído de clase, huérfano de género cargas con tu doble bastardía por un mundo idiota cuyas paredes empapas con la ilusión rupestre de tu graforrea. Magia inútil porque, en respuesta a tu busca de la tijera afín, de ese polo/espejo capaz de ponerse en tu lugar (y de sentirse bien ahí), el mundo idiota sólo te da un diálogo para besugos, apriorismos ciegos y sordos, asepsia, distancia, profilaxis, besos amordazados, caricias envueltas en guante quirúrgico, diálogos por adsl, miradas crispadamente corteses desde el otro lado de la burbuja en que te pusieron ya no recuerdas cuándo.