lunes, 1 de agosto de 2011

ANATHEMA SIT

«La jurisdicción de la Iglesia en materia de fe es positiva en la medida en que impone a la inteligencia una cierta disciplina de la atención. También en la medida en que le impide entrar en el dominio de los misterios, que le es extraño, y divagar en él.

Es completamente negativa cuando impide a la inteligencia, en la investigación de las verdades que le son propias, usar con libertad total la luz difundida en el alma por la contemplación amorosa. La libertad total en su dominio es esencial para la inteligencia. La inteligencia debe ejercerse con libertad total, o guardar silencio. En su dominio, la Iglesia no tiene ningún derecho de jurisdicción y, en consecuencia y de forma especial, todas las “definiciones” en las que se habla de pruebas son ilegítimas.

En la medida en que “Dios existe” es una proposición intelectual –pero solamente en esta medida- se la puede negar sin cometer ningún pecado contra la caridad ni contra la fe. (E incluso esta negación, hecha a título provisional, es una etapa necesaria en la investigación filosófica.)

 De hecho, hay desde el comienzo, o casi desde el comienzo, un malestar de la inteligencia en el cristianismo. Este malestar es debido a la forma en que la Iglesia ha concebido su poder de jurisdicción y especialmente al uso de la fórmula anathema sit.

Allí donde la inteligencia se siente a disgusto, hay opresión del individuo por el hecho social, que tiende a devenir totalitario. En el siglo XIII sobre todo, la Iglesia estableció un comienzo de totalitarismo. A partir de ahí, no carece de responsabilidad en los acontecimientos actuales. Los partidos totalitarios se han formado por efecto de un mecanismo análogo al uso de la fórmula anathema sit.

Esta fórmula y el uso que de ella se ha hecho impiden a la Iglesia ser católica de otro modo que el meramente nominal.» (SIMONE WEIL)



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