lunes, 12 de noviembre de 2012

¿LA GENTE?

 (letanía para una misa misantrópica)

¿La gente?: lo que hay delante de uno en las colas.

¿La gente?: lo que le saca de la cama a uno a primera hora de la mañana martilleando paredes o taladrando el asfalto en tareas que no llevan a ninguna parte salvo al lucro de algunos que ni martillean ni taladran (el Plan E y sus variantes, ya se sabe -si Maeztu levantara la cabeza...-).

¿La gente?: lo que muge bajo mi ventana los días de fulbol.

¿La gente?: lo que satura las cuentas del correo electrónico de uno insistiendo obsesivamente en que se alargue el pene (variante telefónica: lo que acosa a uno para que se haga cliente de JAZZTEL -la variante callejera, que se inicia siempre con el consabido "oye, perdona pero...", suele apelar a chantajes/mordidas oenegeros/chiripitiflautas de dudosa procedencia y aún más dudoso destino-).

¿La gente?: lo que, en plena apoteosis autocomplaciente de su propia falta de criterio y poltronería (apoteosis de galdosiana prosa, apoteosis de masónico/beatorro ressentiment machadiano, apoteosis de demagógica picaresca peronizante, apoteosis plebeya del peor Serrat entreverado de Sabina, apoteosis que desemboca en la perífrasis apoteósica de la serie CUENTAME y los sermoncitos buenrrollistas de Arguiñano), se apretuja cada temporada en la Puerta del Sol (como en una perpetua Nochevieja, para celebrar la caída de aquello cuya llegada encomiaban la vez anterior).

¿La gente?: lo que, por muchas canalladas y felonías que haga, siempre hace lo correcto, sin culpa, sin responsabilidades, con la impunidad que da sentirse masa, audiencia, PUBLICO.

¿La gente?: lo que cobra sumarísimamente y paga sólo si no tiene más remedio.
 
¿La gente?: lo que se colaba troyana/trolleramente en la lista de Facebook de uno hasta que uno acabó con la tontería exigiendo peaje (como el agua bendita para los vampiros, se ha demostrado un eficacísimo disuasor esto de apelar al bolsillo de... la gente).

¿La gente?: spam y obsolescencia programada.

¿La gente?: algo abocado a convertirse en soylent green (sólo Lecter -el Cristo de nuestro tiempo gasterópodo- la redimirá sublimándola en sus fogones venecianos). 

¿La gente?: da una especial grima cuando, con su característica estolidez funcionarial, se ¿adentra? por las sendas de lo alternativo e inconformista (cada cierto tiempo, a partir de mediados los 90, el demiurgo me regala un reencuentro con la elementa que mejor representa eso, desde mi percepción,  y en cada ocasión la veo -con la implacable contumacia de lo mediocre- más igual a sí misma -pero siempre, siempre, valga la paradoja, para peor-).

¿La gente?: no cree en otro dios que en disfrazar de dios sus peores instintos (o lo que es igual, elige siempre a Barrabás, incluso cuando elige a Jesús).

¿La gente?: fue descrita en su tuétano por Poe en su cuento más horripilante.

¿La gente?: lo que hace de nuestra vida una pesadilla kafkiana.

Las Personas, obviamente, son Otra Cosa. Muchas menos, pero, precisamente por ello, mejores. Todo lo contrario de la gente. Ese es el quid de la humanosfera como infierno cotidiano, que SOBRA GENTE Y FALTAN PERSONAS.